“… la bella princesa Uniteta Doscojonis era feliz. Le
gustaba ir al mercado por las mañanas y comprar carnes, pescados y frutas para
alimentar a sus príncipes. Paseaba con las doncellas de la corte y juntas
acudían al puesto de Decathlonis, el experto en ropajes y calzado para las
prácticas con la raqueta espada de los príncipes; a Merceriatis le
compraba una fantástica tela llamada fieltrum con la que le gustaba fabricar
las más diversas creaciones; a menudo paraban en el puesto de Fuensantis
Libreriae, la más sabia y culta de todos los mercaderes, donde disfrutaban
hojeando bellísimos cuentos para los príncipes y sus amigos.
Acudía regularmente a ver a Fisioterapium, aunque su compañía no le resultaba nada agradable. Siguiendo instrucciones del druida, cada tres semanas se desplazaba de la mano de la Reina Madre a Villa Oncologiae para el recuento de sus tropas, que desde hacía meses rondaban los 5.000 efectivos, lo que permitía que recibiera su dosis deHerceptín brebaje. Ésta pócima no es tan
fuerte como la del invierno anterior, y en lugar de otorgarle superpoderes la
convertía en una marioneta de articulaciones doloridas que se dejaba agasajar por
Morfeo durante toda la jornada.
Acudía regularmente a ver a Fisioterapium, aunque su compañía no le resultaba nada agradable. Siguiendo instrucciones del druida, cada tres semanas se desplazaba de la mano de la Reina Madre a Villa Oncologiae para el recuento de sus tropas, que desde hacía meses rondaban los 5.000 efectivos, lo que permitía que recibiera su dosis de
Los fines de semana disfrutaba en familia, degustando
sabrosos manjares en casa de la Reina Madre, acudiendo a fiestas infantiles de otros príncipes y princesas , visitando a sus familiares en una villa cercana…
Uniteta llevaba una vida feliz pero sobre todo bastante “normal”.
Sabía que de alguna manera, era diferente al resto de habitantes de la villa
por muchos motivos, por lo pasado y por lo que aún le quedaba por pasar, pero
había conseguido crear una rutina sin sobresaltos con la que se sentía cómoda y
protegida. Había aprendido a convivir con sus emociones y sus pequeños miedos y
se sentía poseedora de tres grandes tesoros: su familia, sus amigos y su nueva
identidad…”
Uniteta es mi ídolo!! ¡viva Uniteta!
ResponderEliminarMe encanta esta cuento medieval!
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